¡Cómo han cambiado los vampiros! 111 años después de que Bram Stoker publicara Drácula en 1897, novela de la cual se han derivado infinidad de historias estos seres, misteriosos, crueles y soberbios, poco queda de ellos en
Crepúsculo.
Ahora viven atormentados por su condición de no-muertos; añorando la fragilidad humana, la enfermedad y la muerte. Se enamoran perdidamente cual Romeo de su Julieta, cuando debiera ser conquistada para después hacerla su víctima y con frases como –Hoy siento que te quiero más que ayer… (En realidad, “Hay algo que no me permite estar lejos de ti"), cautivan a las adolescentes y jóvenes que esperan que ese amor sea único y eterno, dispuestas a sacrificar su condición humana.
Su naturaleza sanguinaria ha sido reprimida, se han obligado a respetar al humano y para ello se vuelven vegetarianos. Pero hay algunos que no han dejado el hábito de chupar sangre humana, y para los que gustan de zanahorias y lechugas, significa algo aberrante; por lo cual ahora se dividen entre la misma especie: los hay buenos (zanahorias y lechugas) y malos (moronga y sangrita).
Estos son los vampiros del siglo XXI: fresas, cursis y vegetarianos.